Filosofía crítica del deporte. Algunas observaciones preliminares
DOI:
https://doi.org/10.33182/y.v4i1.3091Abstract
Podemos considerar la filosofía como un largo río tranquilo donde varios textos dialogan cortésmente con otros textos a través de generaciones, culturas y grupos humanos. Es aproximadamente la concepción tradicional de la historia de la filosofía la que forma el corpus básico del mundo académico. Pero también podemos considerar la filosofía como un tema de luchas con consecuencias vitales que implica y hasta exige la crítica, la deconstrucción y la polémica, en definitiva la “batalla en la refriega”. La filosofía se ocupa entonces del mundo real, de sus conflictos, de sus aspiraciones, de sus proyectos. Es esta concepción que tengo de la filosofía en la tradición de un Marx, un Sartre, un Nizan, un Adorno, un Marcuse, un Jankélévitch, por nombrar algunos. Sin embargo, los filósofos no son sólo lectores y comentaristas de textos, también son ideólogos o políticos que aceptan o rechazan su tiempo, manifiestan preferencias y valores, ocupan posiciones de poder y disputan o colaboran con los diversos poderes. “Ya es hora de ponerlos contra la pared, por lo tanto, escribe Paul Nizan. Para preguntarles su opinión sobre la guerra, sobre el colonialismo, sobre la racionalización de las fábricas, sobre el amor, sobre las diferentes formas de muerte, sobre el desempleo, sobre la política, sobre el suicidio, sobre la policía, sobre los abortos, sobre todos los elementos que realmente ocupan la tierra. Ya es hora de pedirles su partido. (Nizan, 1976)
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